El Sahara y las principales ciudades de Marruecos. Esos son los pilares de esta ruta de 8 días, que también incorpora otros rincones naturales de exuberante belleza, así como pequeñas localidades llenas de encanto. Un circuito desde Casablanca al desierto y las Ciudades Imperiales, que podemos organizar de manera privada para que lo disfrutes con quien tú quieras.
El desierto del Sahara es la gran meta que se ponen muchos viajeros que vienen a Marruecos. Y en este circuito llegarás hasta él, concretamente al desierto de Merzouga y sus famosas dunas de Erg Chebbi. Pero de camino y de vuelta, descubrirás otros atractivos relacionados con el desierto, como los oasis que se forman en su entorno, las kasbahs bereberes construidas en adobe y los paisajes del Medio Atlas y el Alto Atlas, con nieve en muchos momentos del año. Todo ello configura un asombroso contraste entre aridez y humedad, de llanura, valles y montaña.
Además del desierto y los paisajes naturales, este circuito recorre las ciudades más importantes. En concreto, las consideradas ‘imperiales’, es decir, las que fueron capital del reino en algún momento de la historia, donde se conservan medinas declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco: Rabat, Meknes, Fez y Marrakech, donde termina el circuito. Además, añadimos al recorrido otras localidades más pequeñas pero igualmente interesantes, como Chaouen y Rissani, Y aprovechando que vuestro avión aterriza en Casablanca, veremos también el gran atractivo de esta gran urbe: su mezquita.
Este circuito comienza en Casablanca y termina en Marrakech, 8 días y 7 noches después. A continuación puedes consultar el programa diario de la ruta, que emplea un vehículo privado confortable para los desplazamientos por carretera, así como dromedarios para avanzar por las dunas:
Este circuito desde Casablanca comienza en el aeropuerto de esta ciudad, el más grande de todo el país. Y está pensado para aquellos casos en los que el vuelo aterrice en la mañana. De esa manera, podremos aprovechar al máximo este primer día de ruta, desde el mismo momento en que nos encontremos en la terminal.
Efectuaremos el traslado desde el aeropuerto hacia el centro de la ciudad, en concreto hacia la mezquita de Hassan II: inaugurada en 1993, es el gran monumento de Casablanca y, para suerte de los turistas no musulmanes, está abierta a todos los públicos, sea cual sea su religión. Visitar sus espacios internos ayuda a conocer mejor cómo es el culto y la simbologías del Islam. Y contemplarla desde el exterior servirá para entender el gran logro que supuso su construcción, con un minarete de más de 200 metros de altitud y una península artificial ganada al mar.
Tras visitar la mezquita, saldremos de la ciudad por carretera para viajar hasta la cercana Rabat, con tiempo para que, libremente, podáis visitar los lugares más emblemáticos de la capital del reino. El Mausoleo de Mohammed V, la Torre Hassan y la Kasbah de las Oudayas no deberían faltar en el itinerario, así como otros rincones con vistas al río Bou Regreg y a las playas de la costa atlántica.
Y al final del día, vuestra primera noche de descanso será en un riad con encanto ubicado en la medina (o cerca de ella) de esta ciudad, facilitando así cualquier desplazamiento por el centro.
En este segundo día de circuito, hacemos una ‘incursión’ por el norte de Marruecos para viajar hasta Chaouen, pequeña ciudad enclavada en las montañas del Rif, la cordillera más septentrional y mediterránea del país. A vuestra llegada, tendréis el resto del día libre para explorarla a vuestro ritmo.
Y lo que en ella descubriréis es una sorprendente medina extendida por la ladera, con casas teñidas de color azul. La panorámica de ésta entre las montañas verdes del Rif es una imagen muy original, pero la belleza de Chaouen también está en el interior de su recinto histórico. Calles retorcidas y estrechas, con pequeños arcos, escaleras y recovecos, a menudo decoradas con macetas de flores y con miradores hacia el entorno, que surgen de improviso.
Su centro neurálgico es la plaza de Uta el-Hammam, donde se encuentra la kasbah del siglo XIV, hoy museo. Y muy cerca de ahí estará también el riad en el que dormiréis esta segunda noche de circuito.
Desde Chaouen, de nuevo rumbo al sur en este tercer día, que es probablemente uno de los más ricos desde el punto de vista de la historia y la cultura: a lo largo de la jornada, pisaremos tres sitios declarados Patrimonio Mundial por la Unesco, precisamente por el valor de sus construcciones.
La primera visita de la jornada está dedicada a Volubilis. Este yacimiento de época romana conserva arcos del triunfo, restos de basílicas, templos religiosos paganos e incluso mosaicos de gran calidad. Sin duda, una agradable sorpresa que da cuenta de la importancia que tuvo este territorio en la Antigüedad, antes de la conquista árabe.
Tras ello, nos desplazaremos a Meknes, que se convirtió en capital del reino alauita con el sultán Moulay Ismail. Las referencias a este monarca son abundantes, no en vano construyó un palacio real y otros edificios para la corte, así como su propio mausoleo. Puertas como Bab Mansour y casas con refinadas balconadas de madera bien valen un paseo por su medina histórica.
Por último, nos desplazaremos hasta Fez. Después de hacer check-in tendréis el resto del tiempo libre, ideal para ir tomando contacto con las tiendas de artesanía y la vida popular de la medina, la más grande de todo Marruecos. Precisamente en ella estará el riad con encanto de esta tercera noche de tour.
Fez tiene el honor de ser la única ciudad del circuito en la que pasaréis dos noches. El motivo: su rica historia y sus numerosos monumentos. Por ello, pasaremos aquí la cuarta jornada completa, con la intención de no perder detalle y entender por qué se considera la capital religiosa y cultural de Marruecos.
En realidad, ya fue capital con idrisíes, meriníes, wattásidas y alauitas. Y sus gobernantes, así como las gentes que aquí se asentaron (a menudo expatriadas de Al-Andalus y Argelia), fueron contribuyendo con construcciones de gran valor. Muchas de ellas formarán parte de la visita guiada que tendréis por la mañana: mezquitas de Karaouine y los Andaluces, plaza de Nejjarine, madrasa de Bou Inania, las tenerías de Chowara… y todo lo que nuestro guía considere de interés.
Por la tarde, podréis completar de forma libre el programa, con museos y otros espacios de la medina, como el mellah judío o los exteriores del Palacio Real. O bien continuar vuestra exploración de artesanía de calidad, con piezas de cerámica, ebanistería y cuero como principales atracciones.
A partir del quinto día comenzamos a descubrir el Marruecos exótico que se extiende al otro lado del Atlas. Pero de camino hacia ese ‘lejano sur’, todavía habrá tiempo para admirar otras localidades y paisajes singulares.
Por ejemplo, Ifrane: construida en tiempos del Protectorado Francés para convertirse en un resort invernal, pues su altitud (1700 msnm) y régimen de precipitaciones favorecen que la nieve sea aquí abundante en la época más fría del año. No es casualidad, por tanto, que todas sus construcciones tengan tejados a dos aguas y sus calles sean amplias, regulares y despejadas.
Más adelante, la carretera nos hará cruzar el Parque Nacional de Ifrane, que tiene dos grandes señas de identidad. Por un lado, sus altos y abundantes cedros, que cubren aquí buena parte de sus 50.000 hectáreas de superficie. Y el otro, sus numerosos macacos de Berbería: eso supone una gran noticia, pues es un animal en peligro de extinción. Su comunidad más populosa es esta, y muchos de sus miembros suelen salir al encuentro del ser humano, así que no será difícil avistarlos.
Ya en la vertiente sur del medio Atlas, la aridez se va imponiendo: el Valle del Ziz nos conducirá hasta Erfoud, donde las tiendas y museos de minerales y fósiles suponen un paraíso para coleccionistas: muchas de las piezas tienen una antigüedad de decenas de millones de años.
Y poco después, en Merzouga, llegará el tan ansiado transbordo: aparcado se quedará nuestro coche y listos estarán nuestros dromedarios para iniciar el paseo por las dunas de Erg Chebbi. Un touareg, cuidador de estos nobles animales, abrirá camino a través de las suaves ondulaciones de arena.
En torno a la hora del atardecer, llegaremos al campamento de jaimas en el que pasaremos las últimas horas del día. Allí nos espera un té bereber de bienvenida, una cena típica, una hoguera purificadora y unas tiendas de lona de los nómadas, a las que no faltará ninguna comodidad.
En este sexto día de circuito, conviene levantarse aún de noche. Y no sólo por ver el majestuoso cielo estrellado del desierto, que probablemente ya hayáis contemplado en la noche anterior. Sino, sobre todo, para ver el mágico amanecer sobre las dunas: a medida que el sol se asoma por el horizonte, nos envolverán luces y colores capaces de emocionar a cualquiera.
Tras el desayuno, paseo de regreso en dromedario a Merzouga, donde podréis tomar una ducha (si el paquete no lo prevé en el campamento) antes de reanudar la ruta por carretera. A los pocos kilómetros, Rissani saldrá a nuestro encuentro: posee una de las mejores medinas del desierto, así como un ambiente genuino y popular que simboliza su mercado semanal, con parking de burros incluido.
Más adelante, entraremos en el Valle del Dades, salpicado de palmerales, terrenos de cultivo, kasbahs y pequeñas poblaciones. A la altura de Tinghir, tomaremos un desvío hacia las Gargantas del Todra: se trata de la hoz de ese río que aquí, tras millones de años de labor erosiva, ha creado unas paredes de gran verticalidad y altura, admiradas por escaladores y paseantes en general.
De regreso al Valle del Dades, proseguiremos hasta su punto inicial: la ciudad de Ouarzazate. Y ella está una de las mejores fortalezas bereberes que se conservan: la kasbah de Taourirt, con una arquitectura que combina la inexpugnabilidad de su exterior con el refinamiento del interior. La razón: su morador fue Thami el Glaoui, señor del Atlas y pachá de Marrakech. Como alternativa y si los horarios lo permiten, cabe la posibilidad de visitar los Atlas Studios, el recinto cinematográfico más importante del norte de África, lugar de rodaje de escenas de Lawrence de Arabia y tantas otras películas.
Y será aquí en Ouarzazate donde echaremos el freno por esta jornada, una de las más largas del circuito, y así hacer noche y cenar en un hotel de la ciudad.
El inicio de la séptima jornada también es ‘de película’: a los pocos kilómetros de reanudar la marcha llegaremos a Ait Ben Haddou, un pueblo-fortaleza hecho en adobe, rodeado por altas murallas almenadas y vigilado antaño por una kasbah, hoy en ruinas. Se trata de un magnífico ejemplo de la arquitectura popular y militar de la civilización bereber, muy relacionada con las rutas caravaneras, a las que prestaba servicio.
Su singular disposición ha servido para ambientar episodios de Juego de Tronos y otras grandes producciones de cine y televisión. Y como no podía ser de otra manera, es Patrimonio Mundial de la Unesco.
Tras ello, nuestra ruta avanza kilómetros y asciende metros por las laderas del Alto Atlas. Cerca del puerto de Tizi n’Tichka, la kasbah de Telouet suele ser una parada obligada, por su arquitectura en la línea de la kasbah de Taourirt y su posición privilegiada… Y privilegiadas son las vistas desde el mencionado puerto, hacia las cumbres más altas del país, que fotografían muchos viajeros.
Tras ello, sólo quedará descender los valles de la vertiente norte de la cordillera y, ya en el llano, entrar en Marrakech. Al tratarse de la penúltima jornada de circuito y quizás el último momento libre del programa, merecerá la pena dar un paseo por vuestra cuenta en la medina y quizás hacer algunas compras de recuerdos, antes del descanso nocturno en el riad del centro.
El octavo es el último día, pero no se trata de una mera jornada de despedida: hasta el momento del traslado, aprovecharéis al máximo vuestras horas en la denominada ‘ciudad roja’. De hecho, durante la mañana realizaréis una visita guiada con un profesional acreditado, recorriendo los lugares más emblemáticos de la medina.
No podíais iros del país sin conocer antes lugares como la mezquita Koutoubia (sólo exterior), la plaza de Jemaa el-Fna, la madrasa de Ben Youssef, el Palacio Bahia y otros monumentos de interés. Para visitar otros lugares como el Jardin Majorelle o museos de arte y artesanía convendrá estudiar los horarios del vuelo, pues a la hora acordada os recogeremos para el traslado al Aeropuerto de Marrakech – Menara. Y en la terminal, nos despediremos con agradecimiento hasta, quién sabe, una próxima ocasión.
Para cuadrar al detalle un programa tan variado, es preciso ofrecer los siguientes servicios, que son de la máxima calidad y están incluidos en el paquete:
Estos otros servicios no están incluidos, así que cada viajero deberá ocuparse de su adquisición o abono:
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