Llega el momento, en el cuarto día, de poner rumbo al sur y cambiar la ciudad por la montaña y el desierto, abandonando el bullicio y abrazando los sonidos (y silencios) de la naturaleza. Un cambio que será progresivo, pero imparable.
A los pocos kilómetros de abandonar Fez, la carretera iniciará su ascenso por el Medio Atlas. A los 1.700 metros de altitud pasaremos por Ifrane, una pequeña ciudad conocida como la ‘Suiza de Marruecos’ por sus construcciones que parecen alpinas, señal de que aquí nieva en invierno, atrayendo turistas en esa época del año.
Poco después, en el Parque Nacional de Ifrane, a buen seguro divisaremos monos. Concretamente, macacos de Berbería, uno de los animales icónicos del país, que aquí tiene su colonia más numerosa. En cualquier caso, el equilibrio es frágil, pues es una especie en peligro de extinción que ha encontrado refugio en esta reserva llena de cedros.
Más adelante, la carretera inicia su descenso por la vertiente sur del Medio Atlas, en paralelo al río Ziz. Su valle nos llevará hasta prácticamente el desierto, aunque su curso de agua va muriendo poco a poco, convertido ya en wadi (río seco) en Erfoud. Por esta ciudad pasaremos fugazmente, pero lo justo para entender que su principal seña de identidad son los fósiles y minerales.
En Merzouga, termina la carretera para nosotros, pero eso no quiere decir que la ruta se detenga por hoy: aún queda un último tramo, quizás el más espectacular, pues se realiza en dromedario por las dunas de Erg Chebbi. La meta final será el campamento de jaimas, donde nos esperarán con un té de bienvenida, una hoguera y una cena típica del desierto. Y para dormir, todo el confort que cabe en una tienda tradicional bereber.
Resumen de la jornada
- Desayuno en riad en Fez
- Reanudación de la ruta por carretera:
- Ifrane
- Parque Nacional de Ifrane (Bosque de los Monos)
- Valle del Ziz
- Erfoud
- Llegada a Merzouga
- Ruta en dromedario por las dunas de Erg Chebbi
- Cena y noche en campamento de jaimas en Erg Chebbi