Al sur del Atlas, en el corazón del Valle del Draa, se ubica el Ksar Tamnougalt, una fortaleza sorprendente a la que llegan algunos de nuestros circuitos. En las siguientes líneas te contamos por qué merece la pena hacer un alto en el camino en este recóndito lugar, que aúna lo mejor y más tradicional de la arquitectura bereber.
Un pequeño Ait Ben Haddou en el Draa
Salvando las distancias, el ksar de Tamnougalt bien se puede considerar un pequeño Ait Ben Haddou, en este caso en el corazón del Valle del Draa. Y es que se trata de un poblado fortificado, cuyos importantes restos en pie permiten entender cómo era la vida en este enclave bereber: casas, pequeñas plazas de reunión, callejones, madrasas, hammam, mezquitas… Además, todavía se pueden trazar las huellas de los judíos que habitaron en su correspondiente barrio y que abandonaron el lugar a mediados del siglo XX, tras la proclamación del estado de Israel. Todo ello protegido por unas murallas que le daban un carácter inexpugnable.
Además, todo ello está construido con la técnica habitual de los bereberes (amazigh) del sur de Marruecos: estructura de ladrillos de adobe recubiertos de revoco de barro y fibras vegetales, sobre las que a menudo se realizan incisiones para crear dibujos y efectos de luz y sombra, especialmente en la parte superior de los muros, donde la incidencia de los rayos del sol es mayor.
La obra maestra de la tribu Mezguita
El ksar de Tamnougalt fue una auténtica demostración de poder y prestigio de la tribu Mezguita, en un punto estratégico: en plena ruta comercial de caravanas, lo que explica su carácter fortificado, desde donde además se domina un amplio radio de terreno en el valle del Draa.
Esta tribu, por cierto, estaba enemistada con el otro clan poderoso de la región, los Glaoui, que tenían sus bastiones más al norte (en el entorno de Ouarzazate y Telouet). Su patriarca, Caíd Si Ali, en tiempos del Protectorado Francés, logró que cayera en desgracia el influyente Thami el Glaoui. No obstante, eso no impidió la progresiva decadencia de Tamnougalt, por la caída de las rutas comerciales que por aquí pasaban.
Qué hay hoy en Tamnougalt
Como decíamos, dedicar tiempo a la visita del ksar de Tamnougalt supone un sorprendente descubrimiento, pese a que las construcciones históricas han quedado abandonadas y el recinto más antiguo se entremezcla con la localidad moderna. En cualquier caso, en los últimos tiempos se está adaptando el recinto a la visita turística, como demuestra la humilde galería museística que se expone en una de las kasbahs, donde se pueden contemplar herramientas antiguas, por ejemplo para la confección de ladrillos de barro.
Otro atractivo indiscutible de Tamnougalt es el enorme palmeral que lo circunda. Cabe recordar que el valle del Draa es el oasis más grande de todo el norte de África, de modo que a ambas orillas de este río se extiende una enorme masa verde, compuesta por palmeras datileras, principalmente.
Además, los habitantes de esta pequeña localidad organizan todos los años el moussem “el lama”, donde los ciudadanos de otros pueblos vecinos se reúnen para desplegar un programa cultural y religioso que hace honor al nombre de Tamnougalt, pues en amazigh significa “lugar de encuentro”.
Por todo ello, pasar por Tamnougalt será una decisión acertada, sobre todo para los viajeros más interesados en conocer el Marruecos profundo, donde las comunidades amazigh siguen preservando su cultura y sus tradiciones, sin renunciar a una mayor apertura para compartir con los turistas su patrimonio histórico-artístico. Si ese es tu caso, puedes comprar tu paquete de viaje (Cicuito de 12 días) o ponerte en contacto con nosotros para más información.