El Parque Nacional de Alhucemas es uno de los lugares más hermosos del norte de Marruecos y, al mismo tiempo, uno de los más desconocidos para el viajero internacional. Aquí te damos cinco razones (de entre las muchas que hay) para visitarlo, algo que podrías hacer si encuentras un día libre en tu circuito por el Rif o el Mediterráneo marroquí.
Un destino aún bastante desconocido
En este mundo donde cada vez se viaja más y los grandes destinos están cada vez más abarrotados de turistas, el relativo desconocimiento del Parque Nacional de Alhucemas es una razón en sí misma. Aunque su área costera sí suele estar muy concurrida por los propios marroquíes en temporada alta (la veraniega), lo cierto es que el resto del año es mucho más tranquila. Y en las áreas del interior del parque, sus amplios espacios naturales garantizan la calma, en un entorno lleno de vegetación autóctona.
Biodiversidad en flora y fauna
La mencionada vegetación es otra de las razones para visitar el Parque Nacional de Alhucemas. Cierto es que el porte y densidad de sus árboles no son tan imponentes como en otros parques naturales, por ejemplo el Bosque de los Cedros en el Medio Atlas. Pero existe una interesante biodiversidad y, sobre todo, especies arbóreas autóctonas muy características, como el araar o alerce africano (Tetraclinis articulata) o el pino blanco, acompañados de otros arbustos típicamente mediterráneos, como el lentisco. En lo que a fauna se refiere, su gran atractivo son las aves, pues muchas especies tienen en este parque una parada obligada en sus rutas migratorias, como el águila pescadora o la gaviota de Audouin. En el dominio marítimo, los más afortunados podrían avistar focas monje o delfines listados.
Costa mediterránea en estado puro
La orografía relativamente irregular de la costa del Parque Nacional de Alhucemas hace que su litoral tenga un aspecto típicamente mediterráneo, con arenales pequeños y predominio de calas entre cortados rocosos y peñones a poca distancia de la costa. Algunos de los rincones más bellos y singulares han sido conquistados por el hombre desde tiempos inmemoriales, estableciendo pequeños asentamientos de pescadores en determinados casos, como ocurre con Cala Iris. Otro lugar donde admirar la belleza costera del parque y, por qué no, darse un chapuzón es Torres de Alcalá.
Evocar la historia contemporánea
Como se puede deducir de los nombres citados anteriormente, en lengua española, todo este lugar está estrechamente relacionado con el periodo del Protectorado Español de Marruecos, de la primera mitad del siglo XX. Y también con otros conflictos entre ambos países en el siglo XIX, de lo que derivan los lugares llamados “plazas de soberanía”: son peñones, islas, salientes rocosos y otros accidentes que quedan bajo bandera española, pese a estar en plena costa africana. Es el caso del Peñón de Vélez de la Gomera, muy cerca de Cala Iris y a medio camino de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Recorrer este lugar puede suponer una interesante manera de conocer mejor qué ocurrió y qué queda de ese periodo histórico tan intenso.
Etnografía bereber
En el área del Parque Nacional de Alhucemas y su entorno se siguen conservando elementos característicos de la cultura bereber o amazigh, que ha habitado la zona desde tiempos inmemoriales. Un ejemplo inmaterial es la pervivencia del rifeño, una de las variantes del idioma bereber. Pero otros de carácter material, preservados in situ, son los relacionados con la agricultura, como los pajares que se siguen apilando sobre los campos de cereal o los burros aparcados en muchas localidades, por usarse aún como medio de transporte o de ayuda en las labores agrícolas.