El sol despunta en el horizonte, bañando las dunas de Erg Chebbi con una luz dorada que anuncia el comienzo de nuestro cuarto día. Tras disfrutar del amanecer en Merzouga y refrescarnos en el hotel, retomamos la ruta hacia nuevos destinos.
Dejamos atrás la serenidad del desierto para adentrarnos en la vibrante historia de Rissani, donde exploraremos la medina más grande del sur de Marruecos. Continuamos nuestra travesía por Alnif, Tazarine y N’Kob, pueblos que destilan la esencia de la vida bereber y son testimonio vivo de una cultura milenaria.
Nuestro camino nos lleva a un desvío fructífero: el Valle del Draa. Allí, nos espera el palmeral más extenso de África del Norte, un oasis de verdor en medio de paisajes áridos. Este vergel es un símbolo de vida y fertilidad que contrasta con la inmensidad del desierto.
La jornada concluye en Ouarzazate, la ‘Puerta del Desierto’, que nos recibe con la promesa de un descanso confortable. En esta ciudad de cine y contrastes, disfrutaremos de una cena y pasaremos la noche, preparándonos para el regreso a la vida urbana.
Resumen de la jornada:
- Despertar con el amanecer en Merzouga y preparativos matutinos en el hotel.
- Viaje por pintorescas rutas del desierto y visita a Rissani.
- Encuentros con el legado bereber en Alnif, Tazarine y N’Kob.
- Descubrimiento del Valle del Draa y su inmenso palmeral.
- Llegada a Ouarzazate, cena y alojamiento en un hotel acogedor.