La historia es el relato de invasiones y reconquistas, de dominaciones extranjeras e independencias. Y eso se puede ver entre España y Marruecos: si la civilización musulmana conquistó la Península Ibérica y dejó un legado cultural espectacular en la Edad Media, también ha habido presencia española en su vecino norteafricano en el siglo XX, dejando igualmente una gran impronta. Por eso, en este post te contamos cuál es la huella española en Marruecos, que podrás apreciar si abres bien los ojos durante tu viaje a este país.
La huella española del Protectorado
Si bien España conquistó parte de Marruecos en tiempos del llamado imperio de la monarquía hispánica (siglos XVI y XVII), poco queda en territorio marroquí de aquel periodo de dominación. En este sentido, es mucho más notoria la huella dejada por los portugueses, que en aquella época fundaron colonias comerciales y militares para sus rutas por la costa africana en dirección a las Indias Occidentales.
En cambio, siglos después, España dejó otra huella mucho más apreciable en nuestros días: la que se dio durante el Protectorado Español, desde 1912 a 1958. En ese tiempo, España recibió la ‘encomienda’ de ocuparse de dos territorios en suelo marroquí: al norte, en lo que hoy es grosso modo la región de Tánger-Tetuán-Alhucemas (excluyendo la mencionada Tánger, que fue Zona Internacional) y otra porción de territorio en el extremo sur, lo que hoy correspondería al Sahara Occidental, así como la ciudad de Sidi Ifni.
Lugares para ver la huella española en Marruecos
Se puede decir que una de las ciudades donde mejor se ve la huella española en Marruecos es Tetuán. No en vano, fue la capital de dicho Protectorado, acogió a mucha población procedente del otro lado del Estrecho y forjó importantes vínculos con España, como sirve de ejemplo el Club Atlético Tetuán, equipo de fútbol que llegó a jugar en la Primera División española.
Todavía hoy el español es una lengua muy conocida entre su población y se conservan edificios y monumentos construidos en tiempos del Protectorado, agrupadas sobre todo en el barrio del Ensanche, que es en sí mismo un legado del urbanismo español. En la mayoría de los casos, deslumbra su arquitectura historicista o neo hispanomusulmana, con muestras destacables como la antigua estación de tren (hoy Centro de Arte Moderno) o la iglesia de Nuestra Señora de las Victorias.
Tánger, pese a no haber formado parte del Protectorado Español, también tiene interesantes ejemplos de ese periodo, por cercanía. En este sentido, destaca el Teatro Cervantes, que en el momento de redacción de este post el gobierno marroquí estaba rehabilitando para convertirlo en centro cultural. Pero el ejemplo más llamativo es, sin duda, la Plaza de Toros, que ya no alberga este tipo de eventos pero que también está en vías de restauración.
Larache es otra de las ciudades donde queda patente la huella española del Protectorado. Su trama urbanística así lo demuestra, con su propio Ensanche para descongestionar la medina y con la entonces Plaza de España (hoy Plaza de la Liberación) para unir ambos espacios. Algunos edificios, además, tienen un estilo claramente ‘europeo’, como la antigua agencia del Banco de España…, cuando la moneda local era la peseta.
Y por añadir alguna nota del sur de Marruecos, en la localidad de Sidi Ifni también aparecen algunos ejemplos que nos remiten a España. Por ejemplo, el Palacio de Justicia, que fue iglesia, o el Cuartel de Infantería Marina, hoy hotel.
Esto último, por cierto, se repite en otras muchas ciudades: antiguos cuarteles militares construidos por los españoles que, tiempo después, han pasado a tener otro uso. Es el caso, por citar solo algunos, del Cuartel de Regulares Larache de la ciudad de Alcazarquivir, o el Cuartel de Regulares de Alhucemas en Segangane, en la provincia de Nador.