Al igual que hicieron los españoles en el pasado, existe una huella portuguesa en Marruecos, fruto de periodos de expansión comercial y militar siglos atrás. Descubrirla supone una agradable sorpresa, por lo que en este post te mostramos los principales ejemplos que puedes encontrar en el país y que, en muchos casos, forman parte de nuestros circuitos.
Essaouira marroquí… Mogador portugués
Si hay una ciudad en la que mejor se aprecia la huella portuguesa en Marruecos, esa es Essaouira… aunque los portugueses la conocen por el nombre que le dieron al fundarla en 1506: Mogador. La concibieron como un enclave estratégico que facilitara la progresión de sus navíos hacia el sur, por la ruta hacia las Indias bordeando África. Por ello, construyeron una gran fortaleza, conocida como Skala. Sus lienzos de muralla y baluartes defensivos tienen el estilo típico de los castillos lusos, de gran sobriedad.
Y aunque los portugueses tuvieron que abandonar este enclave poco después, en esa misma centuria, las posteriores ampliaciones de la ciudad por parte de sultanes marroquíes conservaron todo este frente marítimo, dada su utilidad y estabilidad, de modo que la medina se adosó a ella.
El Jadida, la más ‘portuguesa’ ciudad marroquí del Atlántico
En la costa atlántica marroquí se ubican otras ciudades con una llamativa huella portuguesa, pues los marineros de dicho país necesitaban apoyarse en otros puertos para sus rutas. Así floreció Mazagán en el siglo XVI, que pasó a llamarse El Jadida (la Nueva, en árabe) a partir del siglo XVIII, cuando cayó bajo dominio marroquí.
Aquí, al igual que en Essaouira, se conserva una histórica fortaleza portuguesa, pero además se añaden dos fantásticas construcciones lusas. Por un lado, la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en estilo renacentista, aún en pie aunque funciona como hotel y no como templo católico. Y por otro, la Cisterna Portuguesa, una gran obra de ingeniería que almacenaba el agua en el subsuelo. Todo esto, junto con otros vestigios portugueses del centro histórico, está protegido por la Unesco mediante el sitio llamado “Ciudad Portuguesa de Mazagán”.
Otras ciudades de impronta portuguesa
Sin abandonar la costa atlántica, es posible llegar hasta otras ciudades que mantienen una cierta impronta portuguesa. La más norteña es Asilah, con una fortaleza que recuerda a la Skala: no en vano, fue construida en tiempos de Alfonso V de Portugal, conocido como el Africano por su expansionismo por este continente, y en concreto por Marruecos. Su Puerta del Mar y su frente marítimo están entre lo más fotografiado de la ciudad.
Más al sur, entre El Jadida y Essaouira, se encuentra Safi, con su correspondiente fortaleza erigida en 1488 y, en este caso, los restos de una catedral que no llegó a completarse pero que permiten entender el estilo predominante en la época: el estilo gótico manuelino, impulsado por el rey del momento, Manuel I.
Otras conexiones portuguesas-marroquíes
El afán expansionista portugués, iniciado en el siglo XV, se mantuvo durante buena parte del siglo XVI, rivalizando con la española hacia América y África. Por ello, hay otros episodios que llevan el sello luso en suelo marroquí. Conquistas, reconquistas, asedios y derrotas portuguesas trufan la historia de muchas ciudades del norte, como Tánger o Ceuta, esta última de propiedad española desde el siglo XVII pero, curiosamente, aún con las armas de Portugal en su escudo.
Pero ese afán expansionista se detuvo tras un episodio acontecido en Marruecos y clave en la historia portuguesa: la Batalla de los Tres Reyes, en Alcazarquivir (Ksar-Kebir), en la que murió el rey luso Sebastián I. Eso allanó el camino al trono del rey español Felipe II e inauguró un periodo de nostalgia conocido como ‘sebastianismo’.