En este blog ya te hemos contado con detenimiento cómo son algunas tipologías típicas de la arquitectura marroquí, como las kasbahs o los riads. Pero ahora te explicamos qué es un morabito, una construcción genuinamente marroquí que, quizás, tengas ocasión de descubrir durante tu viaje… si te sales de la ruta preestablecida. Toma nota.
Morabito: el santo y su ermita
Con la palabra morabito se hace mención a dos cosas distintas, pero estrechamente relacionadas entre sí. Por un lado, a una especie de santo o santón para los creyentes musulmanes del Magreb, es decir, una persona al que se atribuye un cierto conocimiento especial del Corán o incluso algún tipo de bendición divina (baraka), ligado a la corriente sufí. Decimos que esto es típico del Magreb porque en otras regiones musulmanas del mundo no existe esta idea y, de hecho, los islamistas más radicales lo consideran contrario al Islam, que sólo admite la veneración de Alá y no concede ningún poder de mediación a otras personas.
Por otro lado, también se emplea el término morabito para la construcción donde estos santones se retiraban a vivir y rezar, y que posteriormente se han convertido a menudo en su lugar de sepultura, a modo de mausoleo. Suelen ser edificios muy pequeños y austeros, a menudo en forma de cubo y rematados por una cupulilla en lo alto, casi siempre de adobe y/o con paredes encaladas. Por tanto, ambas ideas se asemejan mucho al concepto de ermita y ermitaño del cristianismo, aunque este último con un carácter sobrenatural.
Dónde hay morabitos en Marruecos
Como decíamos más arriba, para poder conocer en persona un morabito es necesario salirse de las rutas preestablecidas, pues estas ermitas-mausoleos suelen estar en despoblados: en lo alto de una colina, en medio de un bosque, junto a una laguna, etc. Son muchos los que existieron, menos los que han sobrevivido al paso del tiempo y sólo algunos han adquirido una fama reseñable.
Quizás el más famoso es el de Moulay Abdeselam, en las cercanías de Tetuán. Su fama se debe a la veneración que recibe por parte de la población local, lo que propicia el peregrinaje de muchos fieles en busca de la intercesión de dicho santo, que vivió entre los siglos XII y XIII. De hecho, recibe el nombre popular de ‘La Meca de los pobres’, una especie de alternativa más accesible para aquellos que no pueden acudir a la ciudad sagrada del Islam por motivos de salud.
Más al sur se ubica el morabito de Moulay Bousselham, junto al mar, en la provincia de Kenitra. Es también destino de peregrinación, sobre todo para aquellos que buscan algún tipo de intercesión para la curación de problemas mentales. El pueblo, principalmente de pescadores, ha tomado su nombre de esta blanca construcción, que tiene su origen en el siglo X.
Otro morabito cercano al mar es el de Sidi Ifni, mucho más al sur, en la provincia homónima, en la región de Guelmim-Río Noun. De hecho, en la variedad dialectal marroquí del árabe, el dariya, sidi significa morabito. En este caso hace referencia al morabito Sidi Alí n’Ifni. La construcción en sí ha llegado modificada hasta nosotros, pues se le ha adosado una pequeña mezquita, pero mantiene su cúpula verde sobre paredes blancas que le da un carácter peculiar.
Y como estos morabitos, otros muchos repartidos por toda la geografía marroquí, desde las montañas del Rif y el Atlas hasta los valles del desierto o las costas más remotas: Sidi Chechket, Sidi Chamarauch, morabito del lago Iriki, el de Ouled Yussef… hasta conformar una lista interminable de la que los ciudadanos marroquíes se sienten muy orgullosos, por tratarse de una seña de identidad del país. Algunos, de hecho, tienen una bandera nacional ondeando en lo alto.